Buscar este blog

"EDITORIAL OMNIA ENE-FEB 2015"

Los recuerdos suelen contar mentiras
(Joan Manuel Serrat)

Deseo las noches sin ropa interior que ocultan mis vergüenzas y tus miedos. Aquellas noches en que miras divertida al trasluz de la luna llena. Las más urgentes, las más dudosas, las más terribles con sabor a desconsuelo. Deseo las noches que comienzan bajando los pantalones al misterio, como síntoma primero de nuestra libertad.

Debajo, tus dedos buscando emociones. Las mías, húmedas ya al tacto dulce de soñar despierto, de dudar viviendo, de pensar que siempre es lo mismo de un poco de lo mismo de siempre. Prisas y un oscuro telón que vela mis ojos al final de cada estrella, rumbo como siempre al imaginado y no vestido, soñado infinito que no queda a mano.

Dicen del viento que arrastra farolas con luces de alcoba, dicen de la vida que se llena de santos que abrazan las horas de ausencias e insomnios. Dicen, que teje la noche rencores, soledades rajadas a surcos de alambre, ojos abiertos que miran al techo permanentemente. Lluvia, que cala las almas rotas, que mete el frío en los huesos del tiempo, que araña la tripa haciendo su digestión más lenta y mordida. Noche cerrada.

Y así, pasean los gatos llorando su clave de sol, bailando con suaves susurros de magia en sus patas, mullidos acoples al compás escocido de la altanera rifa del mundo... Cual sin rumbo, me vienen deseos; cual sin alma, se acaban los sueños. Hasta mañana.

Despiertan puertas de hotel en ayunas, sin ruido en la rendija que dejan con el suelo, sin cartel cortafuegos que impida a la suerte pillarnos con la miel en los labios. Es tarde, es temprano para acordarnos, está demasiado lejos para entender que la almohada fue la única superviviente de una noche de espanto. Aún caliente, con la forma de mi cara, atisba mis dudas donde descansan mis miedos, las cuitas de siempre. Fueron tus vergüenzas las que borramos primero; más tarde, mis ansias perennes hicieron el resto.

Deseo las noches sin ropa interior que dejan mis manos libres de sueños, armadas de horas valientes que terminan rodando entre sábanas vacías. Las palabras dormidas entre mi pecho y mis manos tejen tu historia, un cuento bonito que repaso en giros de cabeza en duermevela. A la mañana siguiente, un reto: tu cuerpo. Saber si fue verdad o incierto, si fue tu noche la que ocupó los rincones fríos que mis pies no alcanzan nunca, si estuvo tu recuerdo hurgando mis sensaciones y afilando los dientes a mi corazón solitario.

Así, me desperté muchas veces en esta navidad redonda que repite pasiones, días de vino y pocas rosas. Vida que pasa o se acaba, según su dueño. Para mí, éste es mi cuento: de dulce navidad que vivo en diciembre, de este 2014 que acaba tecleando mis últimas letras. Serán la puerta de OMNIA, nuestra revista, en un enero regenerador que supone el borrón y el comienzo; momento ideal para romper papeletas sin premio.

¡Bienvenidos, comienza 2015! Seguiremos escribiendo, leyéndonos, disfrutando del hueco que deja OMNIA para expresar emociones… Ésta, ¡mi prueba!


Raúl Sánchez Plasencia
(Alcalá de Henares, Madrid)

No hay comentarios:

Publicar un comentario